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Rubem Fonseca

Rubem Fonseca

Hay personas que no se entregan a la pasión, personas cuya apatía las lleva a elegir una vida de rutina en la que vegetan como “abacaxis en un invernadero de piñas tropicales”, como decía mi padre. En cuanto a mí, lo que me mantiene vivo es el riesgo inminente de pasión y sus coadyuvantes: amor, gozo, odio, misericordia. Llevo colgado del cuello el micrófono de una grabadora. Sólo quiero hablar, y lo que diga jamás pasará al papel. De esta forma no tengo necesidad de pulir el estilo con esos refinamientos que los críticos tanto elogian y que es sólo el paciente trabajo de un orfebre. Al no saber cómo se sitúan las palabras en el papel, pierdo la noción de su velocidad y cohesión, de su compatibilidad. Pero eso no se interferirá con la historia. Había alguien que me vigilaba tras la puerta. Regina respondió que eran cosas de mi imaginación: el matrimonio que vivía allí trabajaba fuera y su única hija se pasaba el día en el colegio. Al volver a mi departamento, después que se marchó Regina, sonó el teléfono y, como siempre, él o ella se quedó en silencio, un silencio denso, secreto, que me amenazaba y que cada vez se iba haciendo más siniestro.

Fragmento del relato Pierrot de la caverna , de Rubem Fonseca , nacido el 11 de mayo de 1925.

El 11 de mayo de 1916 nacía Camilo José Cela
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Friedrich Schiller

Friedrich Schiller

La Condesa.- ¿Tan fielmente recuerdas hasta los más pequeños favores, y hasta tal punto olvidas las ofensas? ¿He de refrescar tu memoria, contándote cómo pagaron tus buenos servicios en Ratisbona? Te enajenaste las simpatías de todas las clases del Imperio, y, por engrandecerlo, cargaste con el odio y la maldición de todos. No tenías un solo amigo en toda Alemania por servir con fidelidad al Emperador. En la tempestad, que se suscitó entonces en Ratisbona, solo tú no le desamparaste... ¡y él te dejó sucumbir! ¡Te ofreció en sacrificio al orgulloso Bávaro! No digas que, al devolverte tu dignidad, borró su primera y grave injusticia. No fue esto obra de su benevolencia, que la implacable necesidad te colocó en el puesto que de buen grado se rehusara.
Wallenstein.- Verdad es que no debo mi mando ni a su benevolencia, ni a su afecto. Si abuso, mi abuso no es de confianza.
La Condesa.- ¿Afecto, confianza? ¡Tenían necesidad de ti! La necesidad, ese tirano exigente, que no se contenta con palabras huecas, ni con farsantes, que quiere obras, no apariencias, busca siempre el más grande y el mejor para confiarle el timón de la nave, aunque haya de elegirlo del populacho... Esa te confió este cargo. Y extendió por escrito tu nombramiento, puesto que largo tiempo, tan largo tiempo como le fue posible, se sirvió esa raza de almas de esclavos venales y de máquinas llenas de artificios... Pero cuando las cosas llegan al extremo, y es inútil la farsa, todo cae en las robustas manos de la naturaleza y de estos gigantes de la inteligencia, que sólo a sí mismos obedecen, que con nada transigen, y no admiten más imposiciones que las suyas, jamás las ajenas.


Fragmento de la obra La muerte de Wallenstein , de Friedrich Schiller , fallecido el 9 de mayo de 1805.

El 9 de mayo de 1923 nacía Carlos Bousoño
El 9 de mayo de 1938 nacía Charles Simic
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John Stuart Mill

John Stuart Mill

Desde luego, la opinión favorable al sistema actual, que hace depender al sexo débil del fuerte, no descansa sino en teorías; no se ha ensayado otra, y, por ende, nadie puede afirmar que la experiencia opuesta a la teoría, haya aconsejado nada, en atención a que no se llevó al terreno de la práctica, y se ignoran totalmente sus resultados. Por otra parte, la adopción del régimen de la desigualdad no ha sido nunca fruto de la deliberación, del pensamiento libre, de una teoría social o de un conocimiento reflexivo de los medios de asegurar la dicha de la humanidad o de establecer el buen orden en la sociedad y el Estado. Este régimen proviene de que, desde los primeros días de la sociedad humana, la mujer fue entregada como esclava al hombre que tenía interés o capricho en poseerla, y a quien no podía resistir ni oponerse, dada la inferioridad de su fuerza muscular. Las leyes y los sistemas sociales empiezan siempre por reconocer el estado material de relaciones existente ya entre los individuos. Lo que en los comienzos no era más que un hecho brutal, un acto de violencia, un abuso inicuo, llega a ser derecho legal, garantizado por la sociedad, apoyado y protegido por las fuerzas sociales, que sustituyeron a las luchas sin orden ni freno de la fuerza física. Los individuos que en un principio se vieron sometidos a la obediencia forzosa, a ella quedaron sujetos más tarde en nombre de la ley. La esclavitud, que en un principio no era más que cuestión de fuerza entre el amo y el esclavo, llegó a ser institución legal, sancionada y protegida por el derecho escrito: los esclavos fueron comprendidos en el pacto social, por el que los amos se comprometían a protegerse y a salvaguardar mutuamente su propiedad particular, haciendo uso de su fuerza colectiva. En los primeros tiempos de la historia, la mayoría del sexo masculino era esclava, como lo era la totalidad del sexo femenino. Y transcurrieron muchos siglos, y siglos ilustrados por brillante cultura intelectual, antes de que algunos pensadores se atreviesen a discutir con timidez la legitimidad o la necesidad absoluta de una u otra esclavitud.

Fragmento de La esclavitud femenina , de John Stuart Mill , fallecido el 8 de mayo de 1873.

El 8 de mayo de 1880 fallecía Gustave Flaubert
El 8 de mayo de 2004 en Al_Andar...

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David Hume

David Hume

Hallamos por experiencia que cuando una impresión ha estado una vez presente en el espíritu, hace de nuevo su aparición en él como una idea, y que esto puede suceder de dos modos diferentes: cuando en su nueva aparición conserva un grado considerable de su primera vivacidad y es así algo intermedio entre una impresión y una idea y cuando pierde enteramente esta vivacidad y es una idea por completo. La facultad por la que reproducimos nuestras impresiones del primer modo es llamada memoria, y aquella que las reproduce del segundo, imaginación. Es evidente, a primera vista, que las ideas de la memoria son mucho más vivaces y consistentes que las de la imaginación y que la primera facultad nos presenta sus objetos más exactamente que lo hace la última. Cuando recordamos un suceso pasado su idea surge en el espíritu con energía, mientras que en la imaginación la percepción es débil y lánguida y no puede ser mantenida por el espíritu, sin dificultad invariable y uniforme, durante algún tiempo considerable. Existe aquí, pues, una diferencia importante entre una y otra especie de ideas; pero de esto trataremos más extensamente después.
Hay aún otra diferencia entre estos dos géneros de ideas y que no es menos evidente, a saber: que aunque ni las ideas de la memoria ni las de la imaginación, ni las ideas vivaces ni las débiles pueden hacer su aparición en el espíritu a no ser que sus impresiones correspondientes hayan tenido lugar antes para prepararles el camino, la imaginación no se halla obligada a seguir el mismo orden y forma de las impresiones originales, mientras que la memoria se halla en cierto modo limitada en este respecto y no posee el poder de variarlas.


Fragmento del Tratado de la naturaleza humana , de David Hume , nacido el 7 de mayo de 1711.

El 7 de mayo de 1940 nacía Angela Carter
El 7 de mayo de 2006 en Al_Andar...
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Henry David Thoreau

Henry David Thoreau

He viajado bastante por Concord; y en todas partes, en tiendas, oficinas y campos, los habitantes me han parecido estar haciendo penitencia en mil formas extraordinarias. Los doce trabajos de Hércules eran insignificantes comparados con los que mis vecinos se han empeñado en realizar; porque aquellos eran solamente doce y tenían un fin, pero yo nunca he podido ver que estos hombres hayan matado o capturado algún monstruo o terminado una labor. No tienen un amigo como Yolas que queme la raíz de la cabeza de la hidra con un hierro candente, sino que tan pronto como una cabeza es aplastada, dos más surgen.
Pero los hombres trabajan bajo la influencia de un error. La parte mejor del hombre muy pronto es arada para abono de la tierra. Por un aparente destino comúnmente llamado necesidad, los hombres se dedican, según cuenta un viejo libro, a acumular tesoros que la polilla y la herrumbre echarán a perder y que los ladrones entrarán a robar. Esta es la vida de un tonto, como comprenderán los hombres cuando lleguen al final de ella, si no lo hacen antes.
Hasta en este país relativamente libre, la mayoría de los hombres, por mera ignorancia y error, están tan preocupados con los artificiales cuidados e innecesarios trabajos rudos de la vida, que no pueden cobrar sus mejores frutos. Sus dedos, de tanto trabajar, son demasiado torpes, y tiemblan demasiado. Realmente el jornalero no tiene tiempo libre para vivir con verdadera integridad todos los días; no le es permitido mantener las relaciones más viriles con los hombres, porque su trabajo sería despreciado en el mercado.
No tiene tiempo de ser otra cosa que una máquina.


Fragmento de Walden, o la vida en los bosques , de Henry David Thoreau , fallecido el 6 de mayo de 1862.

El 6 de mayo de 1861 nacía Rabindranath Tagore
El 6 de mayo de 1980 fallecía María Luisa Bombal
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Thea Beckman

Thea Beckman

Extenuado y desesperado, Dolf se derrumbó sobre la piedra y miró sin verlos a los niños que seguían pasando. Ahora avanzaban más despacio y había grandes claros entre las filas. Estos rezagados, casi todos muy pequeños, de rostros macilentos y sucios, vestidos con harapos, estaban también agotados; incapaces de cantar, bromear o reír, pasaban en silencio . Mientras Dolf observaba pasaron más niños, sin energías para hablar. A su lado un niño tropezó y cayó. Quizá no tendría más de seis años. Otro niño, un poco más alto, le ayudó a ponerse en pie y lo arrastró consigo. Entonces apareció un chico de más edad, que caminaba dando grandes zancadas. Vestía espléndidamente y calzaba botas de cuero. De su cinturón recamado de plata colgaba una daga. Su apariencia era realmente majestuosa. Llevaba con cada mano un niño pequeño y derrengado. Animaba a los dos a seguir adelante.
¿De dónde venían todos aquellos chicos? ¿Adonde se dirigían? ¿Qué significaba aquella inacabable procesión? Una niña pequeña cayó al suelo frente a él. Se quedó inmóvil. Esta vez no hubo manos que la ayudaran. Caminando, caminando, caminando, más pies desnudos tropezaron con ella. Dolf no pudo resistirlo. Saltó y corrió hacia ella. La puso en pie y contempló su cara, horrorizado. Sus ojos, pequeños y cerrados, estaban hundidos en las órbitas. Las mejillas eran puro hueso. ¿Seguía siquiera con vida?


Fragmento de la novela Cruzada en jeans , de Thea Beckman , fallecida el 5 de mayo de 2004.

El 5 de mayo de 1813 nacía Søren Kierkegaard
El 5 o 6 de mayo de 1949 fallecía Maurice Maeterlinck
Revista Almiar cumple seis años.
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Gastón Baquero

Gastón Baquero

Viví sesenta años a la orilla de un río
que sólo era visible para los nacidos allí.
Las gentes que pasaban hacia la feria del oeste,
nos miraban con asombro, porque no comprendían
de dónde sacábamos la humedad de las ropas
y aquellos peces de color de naranja,
que de continuo extraíamos del agua invisible para ellos.

Un día alguien se hundió en el río, y no reapareció.
Los transeúntes, interrumpiendo su viaje hacia la feria,
preguntaban por dónde se había ido, cuándo volvería,
qué misterio era aquel de los peces color de fuego amarillo.
Los nacidos allíguardábamos silencio. Sonreíamos tenuemente,
pero ni una palabra se nos escapaba, ni un signo dábamos
en prenda, porque el silencio es el lenguaje de nuestra tribu,
y no queríamos perder el río invisible, a cuyaorilla,
éramos dueños del mundo y maestros del misterio.


El rio , poema de Gastón Baquero , nacido el 4 de mayo de 1916.
Más poemas de Gastón Baquero

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Novalis

Novalis

Por fin, al amanecer, cuando fuera apuntaban los primeros rayos del Sol, la agitación de su espíritu se fue remansando, y las imágenes fueron cobrando claridad y fijeza. Le parecía que caminaba solo por un bosque obscuro. Sólo raras veces la luz del día brillaba a través de la verde espesura. Pronto se encontró ante un desfiladero que subía montaña arriba. Tuvo que trepar por piedras musgosas, arrancadas de la roca viva y lanzadas corriente abajo por un antiguo torrente. Cuanto más subía más luminoso iba haciéndose el bosque. Por fin llegó a un pequeño prado que estaba en la ladera de la montaña. Al fondo del prado se levantaba un enorme peñasco, a cuyo pie vio una abertura que parecía ser la entrada de un pasadizo excavado en la roca. Anduvo por él cómodamente un buen rato, hasta llegar a un ensanchamiento, una especie de amplia sala, del que salía una luz muy clara, que él había visto brillar ya de lejos. Así que entró vio un rayo muy fuerte, que, como saliendo de un surtidor, ascendía hasta la parte alta de la bóveda, para deshacerse allí en infinidad de pequeñas centellas, que se reunían abajo en una gran alberca; el rayo de luz brillaba como oro encendido; no se oía el más mínimo ruido: un sagrado silencio envolvía el espléndido espectáculo. Se acercó a la alberca, en la que ondeaban trémulos infinitos colores. Las paredes de la cueva estaban revestidas de aquel líquido, que no era caliente, sino fresco, y que desde ellas arrojaba una luz a azulada y pálida. Metió la mano en la alberca y se humedeció los labios. Le pareció como si un hálito espiritual penetrara todo su ser, y se sintió íntimamente confortado y refrescado. Le entró un deseo irreprimible de bañarse; se desnudó y se metió en la alberca. Le pareció que le envolvía una nube encendida por la luz del atardecer; una sensación celestial le invadió interiormente; mil pensamientos pugnaban, con íntima voluptuosidad, por fundirse en él. Imágenes nuevas y nunca vistas aparecían ante sus ojos; también ellas penetraban unas dentro de otras, y en torno a él se convertían en seres visibles; cada onda de aquel deleitoso elemento venía a estrecharse junto a él como un delicado seno. Aquel mar parecía una danza bulliciosa y desatada de encantadoras doncellas que en aquellos momentos vinieran a tomar cuerpo junto al muchacho.

Fragmento de Enrique de Ofterdingen , de Friedrich Leopold von Handerberg (Novalis) , nacido el 2 de mayo de 1772.

El 2 de mayo de 1857 fallecía Alfred de Musset
El 2 de mayo de 1886 nacía Gottfried Benn

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José Enrique Rodó

José Enrique Rodó

Cuando el sentido de la utilidad material y el bienestar domina en el carácter de las sociedades humanas con la energía que tiene en lo presente, los resultados del espíritu estrecho y la cultura unilateral son particularmente funestos a la difusión de aquellas preocupaciones puramente ideales que, siendo objeto de amor para quienes les consagran las energías más nobles y perseverantes de su vida, se convierten en una remota y quizá no sospechada región, para una inmensa parte de los otros. Todo género de meditación desinteresada, de contemplación ideal, de tregua íntima, en la que los diarios afanes por la utilidad cedan transitoriamente su imperio a una mirada noble y serena tendida de lo alto de la razón sobre las cosas, permanece ignorado, en el estado actual de las sociedades humanas, para millones de almas civilizadas y cultas, a quienes la influencia de la educación o la costumbre reduce al automatismo de una actividad, en definitiva, material. Y bien: este género de servidumbre debe considerarse la más triste y oprobiosa de todas las condenaciones morales. Yo os ruego que os defendáis, en la milicia de la vida, contra la mutilación de vuestro espíritu por la tiranía de un objetivo único e interesado. No entreguéis nunca a la utilidad o a la pasión sino una parte de vosotros. Aun dentro de la esclavitud material hay la posibilidad de salvar la libertad interior: la de la razón y el sentimiento. No tratéis, pues, de justificar, por la absorción del trabajo o el combate, la esclavitud de vuestro espíritu.

Fragmento de Ariel , de José Enrique Rodó , fallecido el 1 de mayo de 1917.
Ariel en Wikisource

El 1 de mayo de 1908 nacía Giovannino Guareschi
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Roberto Bolaño

Roberto Bolaño

Pronto el fin de lo sagrado llegó al cine. Derribaron los grandes cines y construyeron cajas inmundas llamadas multicines, cines prácticos, cines funcionales. Las catedrales cayeron bajo la bola de acero de los equipos de demolición. Hasta que alguien inventó el vídeo. Un televisor no es lo mismo que una pantalla de cine . La sala de tu casa no es lo mismo que una vieja platea casi infinita. Pero, si uno observa con cuidado, es lo que más se le parece. En primer lugar porque mediante el vídeo puedes ver tú solo una película. Cierras las ventanas de tu casa y enciendes la tele. Metes el vídeo y te sientas en un sillón. Primer requisito: estar solo. La casa puede ser grande o pequeña, pero si no hay nadie más toda casa, por pequeña que sea, de alguna manera se agranda. Segundo requisito: preparar el momento, es decir, alquilar la película, comprar la bebida que vas a beber, la botana que vas a comer, determinar la hora en que te vas a sentar delante de tu tele. Tercer requisito: no contestar al teléfono, ignorar el timbre de la puerta, estar dispuesto a pasar una hora y media o dos horas o una hora o cuarentaicinco minutos en la más completa y rigurosa soledad. Cuarto requisito: tener a mano el mando a distancia por si quieres ver más de una vez una escena. Y eso es todo. A partir de ese momento todo depende de la película y de ti. Si todo va bien, que no siempre va bien, uno está otra vez en presencia de lo sagrado.
Uno mete su cabeza en el interior de su propio pecho y abre los ojos y mira, silabeó Charly Cruz.


Fragmento de la novela 2666 , de Roberto Bolaño , nacido el 28 de abril de 1953.

El 27 de abril de 1997 fallecía Dulce María Loynaz
El 28 de abril de 2006 en Al_Andar...
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Augusto Roa Bastos

Augusto Roa Bastos

Subir al viejo carromato de fierros viejos y descalabrados era meterse en el asilo de la paciencia.
Más que un viaje en tren aquello era una procesión.
La locomotora liliputiense, empenachada de humo, de chispas oliendo a densas resinas quemadas, traqueteaba a la vertiginosa velocidad de una legua por hora, sobre ruedas esmirriadas, semejantes a piernas muy combadas de pájaro.
Cansado de los duros asientos, del interminable traqueteo que petrificaba los cuerpos, el centenar y medio de pasajeros se largaba de los vagones a las trochas y seguía al tren en una festiva caravana, ruidosa de gritos, de cánticos, de motes burlescos, de una ingenua alegría infantil.
El pequeño santo patrono de hierro, de fuego, de humo, era empujado por sus fieles a lo largo de trescientos ochenta kilómetros, en tres días y tres noches de peregrinación.
La fiesta de san Tren.
Había otra clase de peregrinaciones, que no usaba el ferrocarril. La de los migrantes que trataban de llegar a la capital, a pie, desde distintos puntos del país, para instalar nuevas villas Miseria.

Fragmento de Contravida , de Augusto Roa Bastos , fallecido el 26 de abril de 2005.

El 24, 25 o 26 de abril de 1731 fallecía Daniel Defoe
El 26 de abril de 1898 nacía Vicente Aleixandre
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Anna Sewell

Anna Sewell

Como es posible que no todos sepan qué es una doma, la describiré. Domar un caballo, significa enseñarle a llevar puesta montura y brida, llevar sobre el lomo a un hombre, mujer o niño, ir sólo hacia donde el jinete quiere ir, y hacerlo con tranquilidad. Además, el caballo debe aprender a usar collar, baticola y retranca, y a quedarse quieto mientras se los ponen. Más tarde se le enseña a dejar que le sujeten a un carruaje o calesín, de modo que no pueda trotar sin arrastrarlo, y a avanzar rápido o despacio, según los deseos del conductor.
Nunca debe sobresaltarse por lo que ve, hablar con otros caballos, morder, patear, ni tener voluntad propia alguna, sino obedecer siempre a la de su amo, por más fatigado o hambriento que pueda estar.
Pero lo peor de todo es que, una vez puesto al arnés, no podrá saltar de júbilo ni echarse, fatigado. Ya ven, pues, que esto de la doma es algo magnífico.


Fragmento de la novela Azabache (Black Beauty) , de Anna Sewell , fallecida el 25 de abril de 1878. Puede descargarse el libro completo aquí

El 25 de abril de 1852 nacía Leopoldo Alas (Clarín)

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Christiane Rochefort

Christiane Rochefort

Los guardianes guardan, los veladores velan. La ciudad duerme. Al menor ruido de pasos una pequeña figura se esconde en un pedazo de sombra o bajo un esqueleto de auto. Por fortuna la ciudad está apenas iluminada salvo en las zonas fetales del centro o del norte. Tritón no tiene la menor intención de dirigirse a esos lugares. Va hacia el sur. Hacia el barrio universitario. Hacia la libertad.
Sí, es Tritón. Prefirió huir con su dolor a esperar una curación que podía no venir nunca y sí probablemente nuevos suplicios. Estaba desde hacía poco tiempo en la Casa, pero había oído hablar de otros castigos: la excisión (en caso de relaciones culpables con otras muchachas o sola) y el ensanchamiento (en caso de malformación). Cada uno de estos pensamientos despertaba sus sufrimientos, pero al mismo tiempo su deseo de vivir, de escapar. La huida había sido relativamente fácil, porque el caso de la fuga ni siquiera era considerado: las jóvenes, seleccionadas entre las mejores familias, estaban en la antecámara de la felicidad, en espera de la cual, toda otra preocupación que no fuese prepararse había sido proscrita. Las jóvenes eran dedicadas a los placeres más sanos y a los estudios más agradables; llegado el momento saldrían en los brazos de un hombre bien situado o con la seguridad de estarlo muy pronto y, en el caso de las particularmente dotadas, de un rango muy superior al suyo. Era una ambición exaltante y una oportunidad magnífica, ya que ni los hombres podían esperar cosa parecida, éstos subían de rango a fuerza de trabajo, la muerte de un superior o los apoyos, mientras que a ellas mujeres sólo les bastaba gustar. Todas habían pasado sus verdes años en ese dulce proyecto de alianza, por otra parte no era posible otro.

Fragmento de la novela Una rosa para Morrison , de Christiane Rochefort , fallecida el 24 de abril de 1998.

El 24 de abril de 1479 fallecía Jorge Manrique
El 24 de abril de 1980 fallecía Alejo Carpentier

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Barbey d'Aurevilly

Barbey d'Aurevilly

La tarde caía lentamente en las calles de ***. Pero en la iglesia de aquella pequeña y expresiva ciudad del oeste, reinaba ya la oscuridad. La noche se adelanta casi siempre en las iglesias. Llega más deprisa a ellas que a todos los demás lugares, a causa de los reflejos oscuros de las vidrieras, cuando las hay; por el entrecruce de los pilares, que tan frecuentemente se comparan con los árboles de un bosque, y debido a las sombras que proyectan las bóvedas. La noche de las iglesias, que se anticipa un poco a la muerte definitiva del día en las calles, no obliga a cerrar las puertas en casi ninguna parte. Por lo general, en las ciudades devotas, permanecen abiertas después del ángelus, a veces incluso hasta muy tarde, como por ejemplo en la víspera de las grandes festividades, cuando muchos fieles van a confesarse para la comunión del día siguiente. En ninguna hora del día están más visitadas las iglesias de provincias por quienes las frecuentan que a esa hora vespertina en que se deja de trabajar, la luz agoniza y el alma cristiana se prepara para la noche, una noche que se parece a la muerte y durante la cual puede llegar incluso la propia muerte. En esa hora se siente realmente de verdad que la religión cristiana es hija de las catacumbas y que, en ella, sigue habiendo algo de la melancolía de su cuna.

Fragmento del relato En un banquete de ateos , de Jules Amédée Barbey d'Aurevilly , fallecido el 23 de abril de 1889.

El 23 de abril de 1850 fallecía William Wordsworth
Popularmente, se cree que Cervantes y Shakespeare murieron el 23 de abril de 1616, aunque en ambos casos el dato es inexacto. En el caso de Cervantes , la muerte se produjo el 22 de abril y en el registro se consignó el 23 que en realidad fue la fecha del entierro. En el caso de Shakespeare , la fecha es exacta, pero corresponde al calendario juliano, lo que equivale al 3 de mayo en el calendario gregoriano.

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Indro Montanelli

Indro Montanelli

En 195, inmediatamente después de la primera guerra púnica, las mujeres de Roma, formando cortejo, se dirigieron al Foro y pidieron al Parlamento la abrogación de la Ley Oppia, promulgada durante el régimen de austeridad impuesto por la amenaza de Aníbal, que prohibía al bello sexo los adornos de oro, los vestidos coloreados y el uso de vehículos.
Por primera vez en la historia de Roma, las mujeres eran protagonistas de algo, tomaban una iniciativa política y, en suma, afirmaban sus derechos. Hasta entonces, no había sucedido jamás. Durante cinco siglos y medio, o sea, desde el día en que fue fundada, la historia de Roma había sido una historia de hombres, en la que las mujeres actuaron en masa y anónimamente, de coro. Las pocas cuyos nombres se conocen, Tarpeya, Lucrecia, Virginia, acaso no existieron nunca y no encarnan personajes verosímiles, sino monumentos a la Traición o a la Virtud. La vida pública romana era solamente masculina. Las mujeres no contaban más que en la privada, es decir, en el ámbito familiar de la casa, donde su influencia quedaba circunscrita exclusivamente a sus funciones de madre, de esposa, de hija o de hermana de los hombres.

Fragmento de Historia de Roma , de Indro Montanelli , nacido el 22 de abril de 1909.

El 22 de abril de 1899 nacía Vladímir Nabókov
El 22 de abril de 1904 nacía María Zambrano
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Jean Racine

Jean Racine

Hipólito.- He tomado mi decisión: parto, querido Terámenes, y dejo mi morada en la amable Trecene. Comienzo a sonrojarme de mi ociosidad en medio de la mortal duda que me agita. Separado de mi padre desde hace más de seis meses, desconozco el destino de un ser tan caro; ignoro hasta los parajes que puedan esconderlo.
Terámenes.- ¿Y en qué parajes vais, pues, señor, a buscarlo? Para satisfacer vuestros justos temores, he recorrido los dos mares que Corinto separa; he preguntado por Teseo a los pueblos de esas costas desde donde se ve al Aqueronte internarse en el reino de los muertos; he visitado la Elida, y, tras pasar el Trénaro, llegué hasta el mar que vio caer a Icaro. ¿Por qué nueva esperanza, en qué comarcas dichosas, creéis descubrir la huellas de sus pasos? ¿Quién sabe, incluso, si el Rey vuestro padre no quiere que se descubra el misterio de su ausencia? ¿Y quién sabe si, mientras temblamos con vos por sus días, aquel héroe, tranquilo, y ocultándonos nuevos amores, no aguarda que una amante engañada...?
Hipólito.- Caro Terámenes, deténte y respeta a Teseo. Arrepentido para siempre de los errores de su juventud, no lo retiene ningún obstáculo indigno; hace mucho tiempo que Fedra fijó la fatal inconstancia de sus deseos y no teme ya rival alguna. Al buscarlo cumpliré con mi deber, y huiré de estos lugares, adonde no me atrevo ya a volver los ojos.


Fragmento de Fedra , de Jean Racine , fallecido el 21 de abril de 1699.

El 21 de abril de 1816 nacía Charlotte Brontë
El 21 de abril de 1896 nacía Henry de Montherlant
El 21 de abril de 1910 fallecía Mark Twain
El 21 de abril de 1984 fallecía Manuel Mújica Láinez
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Braulio Foz

Braulio Foz

Ufano, alegre, altivo, confiado y tan ligero de pies y de cuerpo caminaba nuestro hombre aventurero en demanda de nuevos confines y nuevas tierras, hombres, opiniones y costumbres, que no estampaba la huella en el polvo del camino, como si fuese por el aire o volase con su pensamiento. El sol de las siete de la mañana, a mediados del mes de marzo , purísima la atmósfera, claro el horizonte, quieto el viento y placentero el día, alegraba la húmeda tierra que vivificada ya de su calor amigo y apuntando la primavera, le hubiese ofrecido la naturaleza renovando su vida en la estación más apacible del año, si la campiña que atravesaba, desnuda, inamena y triste, presentara a un lado y otro a la vista más de algunas verdes llanadas de campos de trigo, y al frente la oscura sierra de Gratal formando falda a los lejanos y aún blancos Pirineos que parece reciban la bóveda del cielo para dejarla caer a la otra parte, que ya sabía era el reino de Francia. Llegado de un vuelo a las Canteras, vido abajo contrapuesta y comenzando desde el mismo valle la negra agorera selva de Pebredo extendiéndose en un dilatado término con sus carrascas del diluvio y habitada todavía de las primeras fieras que la poblaron. Atravesóla insensiblemente, descubrió los famosos llanos de Alcoraz, llegó a San Jorge, y dijo: Ya estoy en Huesca. Y no había dado aún la hora de las nueve.

Fragmento de Vida de Pedro Saputo , de Braulio Foz , fallecido el 20 de abril de 1865.

El 20 de abril de 1912 fallecía Bram Stoker
El 20 de abril de 1970 fallecía Paul Celan

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José Echegaray

José Echegaray

Paulina.- Ya estamos solas. Ángela, querida mía, ¿quieres que hablemos?
Ángela.- No.
Paulina.- Pues yo quiero y vas a decirme la verdad.
Ángela.- ¡La verdad! ¿pero tú crees que en este mundo puede decirse la verdad? ¡Si todos dijésemos la verdad, estallarían los corazones de dolor o de desprecio! ¡Si todos dijésemos la verdad, Gonzalo tendría que decirme que su amor era una mentira! ¡Que soy su esposa y me martiriza y me afrenta!
Paulina.- ¡A ti!... ¡Imposible!
Ángela.- No es imposible, no lo es. Para saber la verdad salí esta noche...
Paulina.- ¿Y ya la sabes?
Ángela.- Sí. ¡Me ha costado... no sabe él todo lo que me cuesta!..., pero la sé.
Paulina.- ¿Y qué sabes?
Ángela.- ¡Que me mata a traición! ¡Que me afrenta, como se afrenta a un hombre abofeteándole el rostro! ¡Porque, el beso que da a otra mujer lo siento yo como hierro enrojecido sobre los labios; como mordedura de víbora en el corazón; como chasquido de látigo que me cruzase la faz! Si él fuese a decir la verdad.... ¡Ahí tienes lo que tendría que decirme!... Y yo, en cambio...
Paulina.- ¿Qué le dirías?
Ángela.- ¿No te he dicho que no puede decirse la verdad nunca?


Fragmento de la obra La realidad y el delirio , de José Echegaray , nacido el 19 de abril de 1832.

El 19 de abril de 1824 fallecía Lord Byron
El 19 de abril de 1867 nacía Roberto Jorge Payró
El 19 de abril de 1989 fallecía Daphne Du Maurier
El 19 de abril de 1998 fallecía Octavio Paz

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Jorge Isaacs

Jorge Isaacs

Así el cielo, los horizontes, las pampas y las cumbres del Cauca, hacen enmudecer a quien los contempla. Las grandes bellezas de la creación no pueden a un tiempo ser vistas y cantadas: es necesario que vuelvan al alma empalidecidas por la memoria infiel.
Antes de ponerse el sol, ya había yo visto blanquear sobre la falda de la montaña la casa de mis padres. Al acercarme a ella, contaba con mirada ansiosa los grupos de sus sauces y naranjos, al través de los cuales vi cruzar poco después las luces que se repartían en las habitaciones .
Respiraba al fin aquel olor nunca olvidado del huerto que se vio formar. Las herraduras de mi caballo chispearon sobre el empedrado del patio. Oí un grito indefinible; era la voz de mi madre: al estrecharme ella en los brazos y acercarme a su pecho, una sombra me cubrió los ojos: supremo placer que conmovía a una naturaleza virgen.
Cuando traté de reconocer en las mujeres que veía, a las hermanas que dejé niñas, María estaba en pie junto a mí, y velaban sus ojos anchos párpados orlados de largas pestañas. Fue su rostro el que se cubrió de más notable rubor cuando al rodar mi brazo de sus hombros, rozó con su talle; y sus ojos estaban humedecidos aún, al sonreír a mi primera expresión afectuosa, como los de un niño cuyo llanto ha acallado una caricia materna.

Fragmento de la novela María , de Jorge Isaacs , fallecido el 17 de abril de 1895.
El 17 de abril de 1885 nacía Karen Blixen
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Tristan Tzara

Tristan Tzara

La pretensión de la sangre de esparcirse en mi cuerpo y mi acontecimiento el azar de color de la primera mujer que toqué con mis ojos en esos tiempos tentaculares. El más amargo bandolerismo de gramófono, pequeño espejismo anti-humano que amo en mí mismo -porque lo creo ridículo y deshonesto. Pero los banqueros de la lengua siempre recibirán su pequeño porcentaje de la discusión. La presencia de un boxeador (por lo menos) es indispensable para el encuentro -los afiliados de una banda de asesinos dadaístas han firmado el contrato de selfprotección para las operaciones de ese género. Su número era muy reducido -la presencia de un cantante (por lo menos) para el dúo, de un firmante (por lo menos) para el recibo, de un ojo (por lo menos) para la vista-, siendo absolutamente indispensable.
Pongan la placa fotográfica del rostro en baño de ácido. Las conmociones que la sensibilizaron se volverán visibles y les sorprenderán. Dense a sí mismos un puñetazo en la cara y caigan muertos.

Fragmento de Siete manifiestos Dadá , de Tristan Tzara , nacido el 16 de abril de 1896.
El 16 de abril de 1844 nacía Anatole France
El 16 de abril de 1972 fallecía Yasunari Kawabata
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