En Saint Malo, el rugido de las olas y el trueno de la tempestad. En el solitario castillo de Combourg -fondo de sus recuerdos de niño-, el ceño paterno y los terrores nocturnos. Sus juegos infantiles con la hermana Lucila eran -como los de Santa Teresa y su hermano-, juegos de aventuras extraordinarias y de viajes a regiones desconocidas. Hacía mucho tiempo que Chateaubriand viajaba, en la imaginación, por América, cuando, en el año 1791, desembarcó en Baltimore.Fragmento de
Chateaubriand en América, texto incluido en el libro
Retratos reales e imaginarios, de
Alfonso Reyes , nacido en
Monterrey el 17 de mayo de 1889.
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