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Al_andar

Arthur Koestler

Arthur Koestler Las palabras habían quemado su lengua, pero la tentación no había durado más que un momento; después, cuando empezó a pronunciar su último discurso, la campana del silencio se había hundido otra vez sobre él. Reconoció que era demasiado tarde.
Demasiado tarde para andar otra vez el mismo camino, para hollar una vez más en las sepulturas de, sus propias huellas; las palabras no podían deshacer nada.
Demasiado tarde para todos ellos. Cuando llegase la hora de aparecer por vez postrera ante el mundo, ninguno de ellos podría convertir la barra de los acusados en una tribuna; ninguno de ellos podría desgarrar el velo que cubría la verdad, revelándola al mundo, ninguno de ellos podría devolver la acusación a sus jueces, como Dantón.
Los había que estaban silenciosos por el miedo, como Labio Leporino; otros que esperaban salvar su cabeza; otros, por último, arrancar a sus mujeres o a sus hijos de las garras de los Gletkin. Los mejores de ellos guardaban silencio para prestar este último servicio al Partido, dejándose sacrificar como otras tantas víctimas expiatorias y, además, aun los mejores tenían una Arlova sobre su conciencia. Todos estaban demasiado ligados a su pasado, presos en la red que ellos mismos tejieron, según las leyes de su propia ética y lógica retorcidas; todos eran culpables, aunque no de los hechos de los que los acusaban. No había retirada posible para ellos, y su salida del escenario tuvo lugar con estricto apego a las reglas de su extraño juego. El público no esperaba cantos de cisne de ninguno de ellos. Tenían que conducirse con sujeción a lo que mandaba el libreto, y su papel era de aullar como los lobos en la noche...


Fragmento de La ficción gramatical , de Arthur Koestler , nacido en Budapest el 5 de septiembre de 1905.
El 5 de septiembre de 1914 nacía Nicanor Parra
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