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Al_andar

Robert Graves

Robert Graves En la mañana del segundo día se levantó una fuerte brisa del sudoeste y Tifis aconsejó a Jasón que se dejasen arrastrar por este viento siguiendo la costa hasta llegar al valle del Tempe, consagrado a Apolo, donde el río Peneo desemboca en el mar. Jasón consintió. Todos subieron otra vez a bordo, alejaron la nave de la costa con sus pértigas, izaron la vela y pronto estuvieron de nuevo en marcha. Las olas chocaban con fuerza contra los costados del navío, y algunos sintieron náuseas o vomitaron.
La costa era alta y escarpada. Pronto, desde tierra, la cima cónica del monte Osa se encumbró sobre ellos y pasaron el poblado de Eurímine, cuyos habitantes corrieron a buscar sus armas por temor a un desembarco hostil, pero luego les saludaron con la mano al descubrir su equivocación. Una vez que el Argo hubo doblado el promontorio del Osa, la costa empezó a tomar un aspecto inhóspito, y Tifis comenzó a hablar de las naves que había visto naufragar en aquellas rocas a causa de las furiosas borrascas del nordeste. Pero poco después la cordillera se fue alejando, dejando entre sus montes y el mar una estrecha faja de tierra baja acabada en una playa arenosa, y los tripulantes se sintieron aliviados.
Al mediodía llegaron a la desembocadura del Peneo, río que Jasón sólo conocía en su nacimiento, pero que es el más noble de toda Grecia y cuyos muchos tributarios riegan la totalidad de las fértiles tierras de Tesalia. Estaban a punto de desembarcar, pues Idmón, Ifito, Orfeo, Mopso y otros estaban empeñados en visitar el santuario de Apolo en Empe y allí tomar parte en un festival sagrado de ratones, cuando de pronto el viento cambió y empezó a soplar desde tierra. Entonces Argo y Tifis rogaron a Jasón que aprovechara esta brisa, un regalo de su antepasado Eolo, para dirigirse al este, hacia las montañas de Tracia. Jasón aprobó la idea. Detrás de ellos, costa arriba, el enorme Olimpo mostraba una amplia superficie de roca pálida y desnuda; como siempre, estaba coronado de nieve y sus escarpadas laderas surcadas por gargantas cubiertas de oscuro follaje.

Fragmento de El vellocino de oro , de Robert Graves , nacido en Londres el 24 de julio de 1895.
El 24 de julio de 1802 nacía Alejandro Dumas
El 24 de julio de 1878 nacía Lord Dunsany
El 24 de julio de 1925 nacía Ignacio Aldecoa
El 24 de julio de 1927 fallecía Ryunosuke Akutagawa
El 24 de julio de 1991 fallecía Isaac Bashevis Singer
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