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Al_andar

Sade

Sade Entramos en la iglesia, las puertas se cierran, se enciende una lámpara cerca del confesonario. Severino me dice que me coloque; se sienta y me invita a confiarme a él con total seguridad.
Absolutamente tranquila con un hombre que me parecía tan dulce, después de haberme arrodillado, no le oculto nada. Le confieso todas mis faltas; le comunico todos mis infortunios; le muestro incluso la marca vergonzosa con que me ha señalado el bárbaro Rodin. Severino lo escucha todo con la mayor atención, me hace incluso repetir algunos detalles con aire de piedad y de interés; pero, sin embargo, algunos gestos y algunas palabras lo traicionaron: ¡ay de mí!, sólo después me di cuenta; cuando me sentí más tranquila respecto a este acontecimiento, me resultó imposible no recordar que el monje se había permitido repetidas veces unos gestos que demostraban que la pasión tenía mucho que ver en las preguntas que me hacía, y que esas preguntas no sólo se detenían con complacencia en los detalles obscenos, sino que se demoraban incluso con afectación sobre los cinco puntos siguientes:
Primero, si era cierto que yo era huérfana y nacida en París. Segundo, si era verdad que no tenía parientes, ni amigos, ni protección, ni nadie a quien pudiera escribir. Tercero, si sólo había confiado a la pastora que me había hablado del convento la intención que tenía de ir allí, y si no había acordado con ella reencontrarme a la vuelta. Cuarto, si era cierto que no había visto a nadie después de mi violación, y si estaba segura de que el hombre que había abusado de mí lo había hecho tanto del lado que la naturaleza condena como del que permite. Quinto, si creía que no había sido seguida, y que nadie me había visto entrar en el convento.


Fragmento de Justine o los infortunios de la virtud , del Marqués de Sade , nacido el 2 de junio de 1740.
El 2 de junio de 1840 nacía Thomas Hardy
El 2 de junio de 1903 nacía Max Aub
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