Noches que no se venden al olvido
Hay palabras que parecen últimas
en la insondable voz del exiliado.
Hay recuerdos perpetuos que regresan
como instantáneas que, crueles, nos transportan
a la luz de las farolas de otras calles.
Hay senderos que los pies no reconocen
y una ciudad de encrucijadas inviolables
que se acuesta infinita sobre el páramo.
Hay bocas cerradas, teléfonos mudos, quietud...
Pero hoy la luna está brillando sobre el mar
y su redonda desnudez disloca el tiempo:
Duermes en el asiento, aquí a mi lado,
y una canción resuena emocionándome
mientras pasan, certeros, los kilómetros.
Hay noches que no se venden al olvido.
+ + +
en la insondable voz del exiliado.
Hay recuerdos perpetuos que regresan
como instantáneas que, crueles, nos transportan
a la luz de las farolas de otras calles.
Hay senderos que los pies no reconocen
y una ciudad de encrucijadas inviolables
que se acuesta infinita sobre el páramo.
Hay bocas cerradas, teléfonos mudos, quietud...
Pero hoy la luna está brillando sobre el mar
y su redonda desnudez disloca el tiempo:
Duermes en el asiento, aquí a mi lado,
y una canción resuena emocionándome
mientras pasan, certeros, los kilómetros.
Hay noches que no se venden al olvido.
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